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Esta semana he leído un articulo cuyo título llamaba mi atención “Could a Small City Become the Next Silicon Valley? It’s Unlikely”. Vivo en Cádiz, provincia de Cádiz, y ya sabéis como es nuestra provincia….la gran olvidada por todas las administraciones. Sin embargo, muchos gaditanos y gaditanas nos resistimos al cliché de ser personas graciosas, simpáticas, carnavaleras y en paro. Lo primeros adjetivos valen, pero el último, no. Y además, en estos momentos todos los gurús de la economía nos avisan del fuerte topetazo que nos vamos a dar, otra vez. Así que sabiendo que la innovación, la colaboración, emprender, diversificar, actuar, es parte de la solución, cogí el artículo con interés.

El artículo en su versión original lo puedes leer aquí y recoge y divulga los resultados de una investigación académica, realizada en Estados Unidos, pero que también puede ser de nuestro interés. Fíjate, aunque desde el mundo académico se argumenta una y otra vez que no ha que copiar a Silicon Valley, muchos políticos insisten en querer emular el éxito económico del área de la bahía de San Francisco atrayendo a los trabajadores de la tecnología a sus propias ciudades, incluso si son relativamente pequeñas.

Sin embargo, este nuevo estudio realizado por Hyejin Youn, profesora adjunta de administración y organizaciones en Kellogg, y sus colegas, sugiere que las áreas urbanas de tamaño modesto no pueden simplemente invertir algo de dinero en una industria y esperar que ésta prospere. En su estudio de las áreas urbanas de EE. UU., encontraron que las ciudades pequeñas, por debajo de 1,2 millones de personas, tal vez no puedan construir una industria tecnológica fuerte porque no tienen suficiente gente en otros sectores, desde el transporte público hasta los servicios de lavandería, para apoyar a los ingenieros de software. En definitiva, defienden un crecimiento homogéneo y equilibrado de otros sectores.

¿Y cómo se aplica esto a Cádiz? Volviendo otra vez a tratar de superar los localismos estériles, abogando por las mancomunidades y la provincia. Parece que no puede ser de otro modo. Entendamos, veamos, nuestra provincia como un organismo, como un cuerpo donde hay distintos órganos especializados pero donde el conjunto es lo que importa. Tendemos a pensar que cada una de nuestras ciudades tiene una personalidad única. Y seguro que es cierto. Pero también tenemos muchas características en común: un centro histórico, transporte público, colegios e institutos, niveles similares de servicios como tiendas de comestibles y panaderías, y así sucesivamente. Y aunque cada órgano, ciudad, puede ser diferente, en el cuerpo, provincia, todos siguen un proceso de desarrollo equilibrado y ajustado.

La comprensión de estos vínculos podría ayudar a los responsables de la formulación de políticas. Quizás en estos momentos donde nos enfrentamos a una nueva crisis económica, debamos encontrar pautas comunes en el desarrollo de nuestras ciudades, en nuestra provincia, desde una mejor formulación de políticas.

José M. Sánchez Vázquez, Director General 3E UCA