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Uno de nuestros  problemas fundamentales viene cuando nos damos cuenta de que la acumulación de conocimientos no termina de correlacionar del todo ni con las oportunidades profesionales que nos terminan surgiendo ni con los trabajos que terminamos desarrollando. Curioso. Es entonces cuando nos viene a la mente la frase “toda la vida estudiando para…”.

Aun así, seguimos muy enganchados a la pegajosa tela de araña del «cuanto más sepa mejor». Como si padeciéramos un extraño Síndrome de Diógenes que nos hace acumular en el CV formaciones, capacitaciones, cursos de perfeccionamiento, etc

Se hace necesario dinamizar todo ese conocimiento. El conocimiento en movimiento genera pensamiento, el pensamiento es la semilla de la acción y la acción precede a la emoción. Si quieres sentirte bien, no lo dudes, haz algo útil con lo que sabes. No esperes a que alguien cuente contigo para ello. Convierte lo que sabes en tu propuesta de valor. 
No basta con decir lo que sabemos, exponer nuestros conocimientos no implica que sepamos usarlos, por ello, vamos a presentarlos de otra manera con el apoyo de esta lista:
1)Plantéate: “¿para qué sirve lo que sabes?”
Dale al coco y respóndete a esa pregunta, pasa de lo general a lo concreto, toma todos tus conocimientos como referencia y afina en un proyecto profesional. ¿Qué eres capaz de incrementar? O, ¿qué eres capaz de reducir?
A ver, tener conocimientos es importante y necesario, pero no es suficiente. Hoy en día no. Tener mucha formación te puede posicionar en un determinado grupo de candidatos, o ante determinadas ofertas y categorías profesionales, pero no es un hecho diferenciador y, por lo tanto, tampoco es garantía de éxito.
2)Haz un FODA (DAFO)
Aunque suene como una estrategia que solo tomarían las grandes, o al menos, bien constituidas empresas, es una buena forma de realizar una observación objetiva de todo tu ser y lo que tus conocimientos pueden permitirte aprovechar para aplicarse en nuevos campos.
Para los no familiarizados, son Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas. Todos y cada una de ellas, serán tocadas y explicadas para entender como nos favorecen y perjudican.
3)Analiza tus fortalezas y puntúa tus oportunidades como prioridades
Una fortaleza es una virtud dotada a una persona natural o jurídica que controlan por sí mismos. Para ser más claros, podrías definir “contar con el equipo y tecnología de punta del momento” o “hábitos ideales para el desempeño laboral”. Este tipo de ventajas podrían hacerte más competitivo al ser bien aprovechadas y disponer del ellas de la forma adecuada.
Puedo cuestionarte con ejemplos como: “¿qué mejoras? O, ¿qué eres capaz de innovar en este sitio?”
No dejes que sean los demás los que te interpreten, dales tú el trabajo hecho con tu propuesta de valor bien definida. No se trata de especular con lo que sabemos, se trata de darle forma y en ocasiones la mejor forma de hacerlo en participar de forma activa en estos procesos, para limitar o minimizar lo mayor posible la pérdida de recursos (dinero, tiempo, materiales, esfuerzo, etc.)
Esto anteriormente son oportunidades, al igual que la anterior, son ventajas, pero que son abstractas y a las cuáles no podemos influenciar directamente a menos que las utilicemos. Muy seguido se nos presentarán muchas oportunidades y lo más importante es saber identificar si: a) vale la pena el riesgo, b) es posible utilizarla a tu favor y, c) sería difícil manejar las consecuencias que pueden acarrear.
4)Denota tus Debilidades y Amenazas
No todo es un campo de rosas silvestres, siempre tendremos agentes contraproducentes, que si bien no tenemos en mente o tratamos de contrarrestarlos, pueden tener un efecto apoteósico en los resultados que tanto deseamos o tememos. Las debilidades, son, al igual que las fortalezas, son de nuestro control, y por otra parte, pueden ser una fuente de problemas.
Una debilidad muy notable en una empresa es “poseer una infraestructura situada en una zona poco accesible” y en una persona “costumbre de procrastinación frente a trabajos o proyectos de fechas distantes” u otros hábitos dañinos para nuestras metas. Son cosas que en muchas ocasiones se suelen ignorar y, posteriormente, se escapan de nuestro control.
Y por último las amenazas, son factores externos, usualmente representados o adjudicados como valores de la competencia. “Posesión del mercado abarcada en un 70%”, “control total de la zona de operaciones habitual”. Son el tipo de vicisitudes que afrontamos y descuidamos al momento de estar en la búsqueda de la meta y la consecución de los objetivos.
Si bien estas no pueden ser controladas, una técnica o estimación frente a lo que estos pueden generar, puede reducir en gran parte el impacto que generen con cualquier acción que quienes lo manejen, decidan tomar.

Frecuentemente, las amenazas pueden disminuir enormemente al apoderarnos de más ventajas estratégicas y una adecuada toma de decisiones frente a las oportunidades.
Sigue perseverando y ten en cuenta siempre este artículo, añade los puntos que consideres de utilidad a una libreta. Ánimo, merece la pena, y probablemente haya pocos ejercicios de autoconocimiento tan prácticos y rentables para potenciar tu talento.
Una colaboración de Edith Gómez
Editora – gananci.com